Angeles Olano.
Hace dos años que cayó Lehman Brothers, y no cabe duda de que ha sido un suceso económico de referencia que muchos han tildado como” la escenificación de la gota que colmó el vaso”. La crisis económica ha tenido muchas connotaciones y ha afectado a nuestra sociedad de forma transversal. Pero sin duda donde ha causado y lamentablemente está causando más estragos ha sido en las familias españolas y en su capacidad de endeudamiento para acceder a una vivienda.
Durante años, el vertiginoso aumento del precio de la vivienda, el escaso mercado de alquiler, unidos a una escuálida evolución de los salarios y a unos tipos de interés mínimos, llevaron a muchas familias a hipotecarse a largo plazo para poder acceder a la propiedad de una vivienda. El esfuerzo familiar para la compra de vivienda se duplicó en el periodo 1997/2007, sin que se haya producido una reducción significativa durante la crisis debido al deterioro de la renta familiar disponible durante la crisis económica (paro > 20%). La evolución del importe de las hipotecas otorgadas ha ido ligada al aumento del precio de la vivienda. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la crisis han dejado a muchas personas en el paro, y por ende en una situación de incapacidad de hacer frente a su hipoteca. En concreto en Cataluña con un paro cifrado en agosto de 2010 en 555.894 personas y una tasa de paro del 17,7% muchas personas están viendo como el paro y la posibilidad de pérdida de la vivienda habitual les está avocando a la exclusión social. En Cataluña, en los últimos tres años se han producido 40.000 ejecuciones hipotecarias, es decir, cerca de 40.000 familias han perdido su vivienda habitual.
En España, a diferencia de otros países como por ejemplo los anglosajones, el impago del crédito hipotecario supone la subasta del mismo y la adjudicación del inmueble al banco por el 50% del valor de tasación, inferior al precio de la hipoteca, de no existir ningún postor. El drama se inicia
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